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lunes, 11 de enero de 2016

5to-II RUBÉN DARÍO Y EL 98 ESPAÑOL



RUBÉN DARÍO  Y EL 98 ESPAÑOL

En su Autobiografía, Rubén nos cuenta cómo surgió la oportunidad  de su segundo viaje a España.  País que ya había visitado en 1892 en su calidad de Secretario  de la delegación de Nicaragua a las fiestas del Cuarto Centenario del descubrimiento  de América    '''Fui como queda  dicho, cierto día, a la redacción del diario. Acababa  de pasar la terrible guerra de  España con  los  Estados Unidos. Conversando,  Julio Piquet me Informó de que La Nación deseaba enviar un redactor a España, para que escribiese sobre la situación en que había quedado la madre patria Estamos pensando en quién puede lr' -me dijo. Le contesté inmediatamente,  Yo!' -fuimos juntos a hablar con el señor Vediay con el director  Se arregló todo enseguida   '¿Cuándo quiere usted partir'? -  me dijo el administrador    '¿Cuándo sale  el  primer   vapor?'   'Pasado   mañana' 'iPues  me embarcaré  pasado  mañana!'  Dos  días  después  iba yo navegando con rumbo a Europa.   Era el 3  de diciembre de 1898".

Fue durante este viaje que Darío estrechó sus relaciones literarias con los jóvenes escritores que más tarde serían reconocidos como  la  "Generación   del  98" Cabe,  sin embargo advertir que, por ese entonces. nadie hablaba de la "Generación del 98", expresión que comenzó a utilizarse hasta quince años después, a raíz de los cuatro artículos de Azorín sobre  'la   Generación  del 98" publicados  en el ABC de Madrid

Si bien la influencia de Rubén sobre las tetras españolas podríamos decir que se inicia desde su primer viaje a España con el poema "Pórtico”  que escribió  para que sirviera  de prólogo  al poemario. En Tropel  de su  amigo  Salvador Rueda. fue en este su segundo viaje cuando su influencia se hizo sentir  de una manera  definitiva   Para entonces, Rubén  ya  ha  publicado   Azulo Los  Raros   y Prosas Profanas   Su condición de Jefe del Movimiento Modernista hispanoamericano nadie  la  discute. Es  con  estas credenciales que  desembarca   en  Barcelona el 22  de diciembre de 1898.  El primero de enero de 1899 ya está en Madrid, dispuesto a reflejar en sus tres crónicas mensuales para La Nación de Buenos Aires la situaclón de la España del 98, en todos sus aspectos.

En el volumen que en ocasión del centenario dariano (1967) Ernesto   Mejra  Sánchez   compiló   bajo el título Estudios  sobre Rubén Darío, aparece el ensayo del crítico norteamericano  Charles  D  Watland  sobre  "Los primeros encuentros  entre Darío y los hombres del 98". En él nos refiere Watland que a la llegada de Darío a Madrid ya había surgido, como algo nuevo, el grupo de "Los tres", integrado por Baraja, Azorín y Ramiro de Maeztu, dispuestos  a iniciar una acción social confiando en que "España va a regenerarse y ha de comenzar una vida nueva"

Parece que al primero que Rubén conoció  fue a don Jacinto Benavente, la misma noche del 31 de diciembre de 1898, en el Café  Lion d' Oro, pues ya lo menciona  ("este amable  cosmopolita  Benavente')  en su correspondencia para La Nación  del 4 de enero de 1899 Darío  percibió,  al momento de su llegada, la tragedia que vivía  España.  En su primera crónica enviada  desde Madrid,  la misma  en que  menciona  a Benavente,  Darío describe la deplorable situación en que se encuentra sumido el país. Pero también le sorprende, y le irrita profundamente, la general indiferencia, ante el descalabro, en los más altos niveles  del gobierno  y en el pueblo  común  y corriente. Rubén escribe:   "Acaba de suceder el más espantoso  de los desastres; pocos días han pasado desde que en Petts se firmó el tratado humillante en que la mandíbula del yanqui quedó  por  el momento  satisfecha   después  del bocado estupendo  pues aquí podría decirse que la caída no tuviera resonancia.  Usada como una vieja 'perra chica' está la frase de Shakespeare sobre el olor de Dinamarca, si no, que sería el momento de gastarla  Hay en la atmósfera una exhalación de organismo  descompuesto.  He buscado en el horizonte español las cimas que dejara no hace mucho  tiempo, en todas  las manifestaciones   del alma nacional,  Cánovas, muerto;  Ruiz Zorrilla,  muerto,  Castelar,  desilusionado   y enfermo;  Valera, ciego, Campoamor,  mudo, Menéndez Pelayo     No está, por cierto, España para literaturas, amputada. doliente, vencida, pero los políticos del día parece que para nada se diesen cuenta del menoscabo  sufrido, y agotan sus energías en chicanas interiores, en batallas de grupos  aislados,  en  asuntos  parciales   de partidos,   sin preocuparse  de la suerte común, sin buscar el remedio al daño general, a las heridas carne de la nación"    " '¿ Cómo hablarían  ante el espectáculo  de las amarguras  actuales los grandes reyes de antaño, cómo el soberbio Emperador, cómo los Felipes, cómo los Carlos y los Alfonsos?. Los estadistas de hoy, los directores de la vida del reino, pierden las conquistas pasadas, dejan arrebatarse los territorios por miles de kilómetros y los súbditos por millones   Ellos son los que han encanijado  al León simbólico  de antes, ellos los que han influido  en el estado de indigencia  moral en que el espíritu público se encuentra"

Más, que la derrota militar, lo que indigna a Rubén es el humillante tratado de París. Es interesante,  sin embargo observar,  como  lo señala  Watland,  que en esta  primera correspondencia  Darío alude,  utilizando  casi las mismas palabras, a algunas de las ideas expuestas por "Los tres" en su Proclama de 1897, lo que significaría que Rubén la leyó y simpatizó  con ella.   En efecto, Aubén  dice en su crónica "Hay felizmente quien en oportunidad ha combatido el plan de los dómines agrícolas y señalado un proyecto en  que  quedarían  bien  organizadas   las escuelas  para capataces,   peritos   agrícolas   e ingenieros   agrónomos, estudios prácticos,  de utilidad y aplicación  inmediata,  sin borla ni capelo salamanquino  
Duras eran las críticas de Rubén Por eso, siente la necesidad de dejar testimonio de su amor por la madre patria·  "Antes de concluir estas Líneas debo declarar que no creo sea yo sospechoso  de falto de afectos a España He probado  mis simpatías,  de manera  que no admite  el caso discusión  Pero, por lo mismo, no he de engañar a los españoles de América y a todos los que me lean.
Vemos así que desde un primer momento Darlo se identificó con la posición de los jóvenes escritores españoles, más tarde conocidos como Generación del 98, hasta el punto que, como vimos antes, Azorín incluyó a Rubén en su lista de integrantes de la generación Poco a poco los fue conociendo a todos (Baraja, Azorín, Unamuno y Maeztu), cultivó su amistad y se dio un aprecio recíproco, con altibajos en algunos casos, como sucedió con don Miguel de Unamuno. Descubre a los hermanos Machado, a Valle Inclán, a Juan Ramón  Jiménez,   entonces  casi  un adolescente,   a Villaespesa, etc
Darlo sintió como propia la desgracia española de 1898, pero siempre confió en las potencias espirituales de la madre patria Antes de su viaje, a principios de 1898, en su célebre soneto "España", que según Torres Bodet sería "estímulo y símbolo "para  la "generación del 98", Rubén había cantado.

"Dejad que siga y bogue la galera bajo la tempestad,
sobre la ola va con rumbo a una Atlántida española,
en donde el porvenir calla y espera
No se aplaque el rencor ni el odio muera
ante el pendón que el bárbaro enarbola
si un día la justicia estuvo sola,
la sentirá la humanidad entera
y siga entre las ondas espumantes,
y bogue la galera que ya ha visto
cómo son las tormentas de inconstantes:
que la raza esté en pie y el brazo listo,
que va en el barco el capitán Cervantes
y arriba flota el pabellón de Cristo."

"Cuando Darlo, se presenta en España, escribe Watland en el ensayo antes citado, la gente pensante vive momentos de desilusión por la derrota reciente y descontento  con el estado  del país.   Los nuevos  intelectuales   comienzan  a buscar las causas del decaimiento de España, sienten una urgente  necesidad  de profundos  cambios.    En este ambiente, que hierve de emociones fuertes que todavía no se cristalizan,  la llegada del más célebre de los escritores de la América  española  tiene una  importancia  especial. Cuando los españoles están anhelando  la renovación  de todo,  llega  Darío  con  su moderno   estilo  fresco,   vital, desbordante  de bellezas antes insospechadas  en la vieja lengua de Castilla"




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