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martes, 19 de enero de 2016

4to-II Luis de Góngora Obra Poética

Poemas de Luis de Góngora


AL NACIMIENTO DE CRISTO NUESTRO SEÑOR

Caído se le ha un Clavel
Hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso que está el heno,
Porque ha caído sobre él!

Cuando el silencio tenía
Todas las cosas del suelo,
Y, coronada del yelo,
Reinaba la noche fría,
En medio la monarquía
De tiniebla tan cruel,

Caído se le ha un Clavel
Hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso que está el heno,
Porque ha caído sobre él!

De un solo Clavel ceñida,
La Virgen, Aurora bella,
Al mundo se lo dio, y ella
Quedó cual antes florida;
A la púrpura caída
Solo fue el heno fïel.

Caído se le ha un Clavel
Hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso que está el heno,
Porque ha caído sobre él!

El heno, pues, que fue dino,
A pesar de tantas nieves,
De ver en sus brazos leves
Este rosicler divino
Para su lecho fue lino,
Oro para su dosel.

Caído se le ha un Clavel
Hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso que está el heno,
Porque ha caído sobre él!

A LA MEMORIA DE LA MUERTE Y DEL INFIERNO




Urnas plebeyas, túmulos reales
Penetrad sin temor, memorias mías,
Por donde ya el verdugo de los días
Con igual pie dio pasos desiguales.

Revolved tantas señas de mortales,
Desnudos huesos y cenizas frías,
A pesar de las vanas, si no pías,
Caras preservaciones orientales.

Bajad luego al abismo, en cuyos senos
Blasfeman almas, y en su prisión fuerte
Hierros se escuchan siempre, y llanto eterno,

Si queréis, oh memorias, por lo menos
Con la muerte libraros de la muerte,
Y el infierno vencer con el infierno.



A UN CABALLERO POETA

No enfrene tu gallardo pensamiento
Del animoso joven mal logrado
El loco fin, de cuyo vuelo osado
Fue ilustre tumba el húmido elemento.

Las dulces alas tiende al blando viento,
Y sin que el torpe mar del miedo helado
Tus plumas moje, toca levantado
La encendida región del ardimiento.

Corona en puntas la dorada esfera
Do el pájaro real su vista afina,
Y al noble ardor desátese la cera;

Que al mar, do tu sepulcro se destina,
Gran honra le será, y a su ribera,
Que le hurte su nombre tu ruina.



A FRANCISCO DE QUEVEDO

Anacreonte español, no hay quien os tope,
Que no diga con mucha cortesía,
Que ya que vuestros pies son de elegía,
Que vuestras suavidades son de arrope.

¿No imitaréis al terenciano Lope,
Que al de Belerofonte cada día
Sobre zuecos de cómica poesía
Se calza espuelas, y le da un galope?

Con cuidado especial vuestros antojos
Dicen que quieren traducir al griego,
No habiéndolo mirado vuestros ojos.

Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
Porque a luz saque ciertos versos flojos,
Y entenderéis cualquier gregüesco luego.

 

 

 

 

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