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miércoles, 18 de noviembre de 2015

3ro Fábulas y sus moralejas

EL PESCADOR Un pobre pescador, volviendo al puerto, sacó en la red un muerto. Sin mirar si era fiel o si era moro, sepultura le dio, y halló un tesoro. Premio de su virtud sencilla y pura, la caridad le trajo la ventura. Moraleja: Haz el bien, y no mires a quién.

LOS LOBOS Y LOS PERROS ALISTÁNDOSE A LUCHAR Se alistaban los lobos y los perros a luchar. Eligieron los perros como general a un perro griego. Pero éste parecía no tener prisa en iniciar la batalla y por ello le reclamaron. ¿ Saben - contestó - por qué doy tiempo ? Porque antes de actuar siempre es bueno deliberar. Los lobos todos son de la misma raza, talla y color, pero nosotros somos de costumbres muy diferentes, y procedemos de diversas regiones de las cuales cada uno estamos orgullosos. Nuestros uniformes no son parejos como los de ellos, tenemos rubios, negros, blancos y cenicientos. ¿ Cómo voy a empezar una guerra con soldados tan disparejos ? Primero debo idear cómo nivelar a mi gente. Moraleja: Cuando de asociarse se trata, entre más equilibrada sea la unidad de voluntad y de pensamiento entre los miembros, mayor garantía habrá de éxito.




EL PERRO EN EL PAJAR Un perro metido en un pajar gruñía y ladraba impidiendo a los bueyes comerse la paja que había sido colocada para ellos. – ¡Que egoísta perro! - Dijo un buey a sus compañeros -. - Él no come de esa paja, y todavía pretende que los que sí comemos, no lo hagamos. Moraleja: Respeta siempre los derechos ajenos, para que así puedas exigir el respeto a los tuyos.


EL LOBO Y EL PERRO Se encontró un lobo con un corpulento perro sujeto por un collar, y le preguntó: - ¿Quién te ha encadenado y quién te ha alimentado de esa forma? - Mi amo, el cazador - respondió el perro -. - ¡Que los dioses nos libren a los lobos de semejante destino! Prefiero morir de hambre a tener que cargar tan pesado collar. Moraleja: Vale más el duro trabajo en libertad, que el placer en esclavitud.


EL VIENTO Y LA MAR El viento, con furor, la mar batía celoso de su calma; ella le dijo: -En vano te embraveces, tus iras me levantan.- Moraleja: Las glorias al embate de la envidia, suelen brillar más altas.


EL ÁGUILA Y LA FLECHA Estaba asentada un águila en el pico de un peñasco esperando por la llegada de las liebres. La vio un cazador, y lanzándole una flecha le atravesó su cuerpo. Viendo el águila entonces que la flecha estaba construida con plumas de su propia especie exclamó: -¡Qué tristeza, terminar mis días por causa de las plumas de mi especie! Moraleja: Más profundo es nuestro dolor cuando nos vencen con nuestras propias armas.


EL SANTERO A cierta romería, sobre una dócil mula caballero, iba en Andalucía un pícaro santero, que de cada espolazo al animal sacábale un pedazo, y mientras, cariñoso le decía: Corra, que su cachaza me atribula; corra por caridad, hermana mula. Moraleja: Faz de paloma, corazón de arpía, palabras de ángel y obras de demonio: tal es, sin levantarle testimonio, la pérfida, la vil hipocresía.

EL PATITO EMBUSTERO Un patito mentiroso se cayó en lo que parecía un lodazal y, en vez de perder energías pidiendo auxilio, nadó rápidamente lo poco que lo separaba de la orilla y fue junto a papá pato a contarle su aventura. Como era un patito bastante evolucionado, le dijo: - Papá, allá se está formando un gran charco de petróleo. - ¡Qué va a ser petróleo! -le respondió la voz de la experiencia -. Será un charco como otro cualquiera. - Es petróleo -insistió el patito- y uno puede ahogarse si se cae dentro. - ¡Bah! Es inconcebible que creas en patrañas. Vamos, te demostraré que no lo es y para sacarte el complejo me tiraré a él. Papá pato buscó unas matas ni muy bajas ni muy altas para lanzarse desde allí y planeó tan estupendamente que cayó justo en el centro del charco. Entonces, nadó y nadó, pero no pudo recuperar la orilla porque era nomás un viscoso pesado petróleo. Moraleja: En boca del mentiroso lo cierto se hace dudoso.

LA ZORRA Y EL COCODRILO Discutían un día la zorra y el cocodrilo sobre la nobleza de sus antepasados. Por largo rato habló el cocodrilo acerca de la alcurnia de sus ancestros, y terminó por decir que sus padres habían llegado a ser los guardianes del gimnasio. - No es necesario que me lo digas - replicó la zorra - las cualidades de tu piel demuestran muy bien que desde hace muchos años te dedicas a los ejercicios de gimnasia. Moraleja: Recuerda siempre que lo que bien se ve, no se puede ocultar con la mentira.

Apacentando un joven su ganado, Gritó desde la cima de un collado: «¡Favor! que viene el lobo, labradores.» Éstos, abandonando sus labores, Acuden prontamente, Y hallan que es una chanza solamente. Vuelve a clamar, y temen la desgracia; Segunda vez los burla. ¡Linda gracia! Pero ¿qué sucedió la vez tercera? Que vino en realidad la hambrienta fiera. Entonces el Zagal se desgañita, Y por más que patea, llora y grita, No se mueve la gente escarmentada, Y el lobo le devora la manada. Moraleja: ¡Cuántas veces resulta de un engaño, Contra el engañador el mayor daño!



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